Más que huellas, raíles.

Segovia. Guiomar. Este año he vivido entre dos ciudades: Valladolid y Segovia. Valladolid de tarde, Segovia de mañana. Gracias al AVE más rápido de la fauna castellana. Después de 320 billetes de tren, de ida y de vuelta, ha pasado otro curso, otro año. Ha llegado el invierno y la primavera, y junto a ellos, Julia, Patri, Paula, Raquel y las Carmenes. Encantada de haber empezado esta andadura con ellas, que no ha sido fácil pero que juntas ha sido muuuuuuuy llevadero.

El fotomontaje que presento a Huellas de la Ciudad está compuesto por tres capas:
  • La primera es un abanico de billetes de tren. Uno de cada mes, desde el 22 de septiembre hasta uno de los últimos de mayo. Desde el minuto uno supe que formarían parte de mi proyecto. Es el elemento más representativo de mis viajes a Segovia, de mi día a día. Además están marcados con minutos, horas y días de mis semanas. Mi nombre, mis apellidos y mi DNI. El asiento en el que he echado alguna cabezada, he pasado mis viajes leyendo o donde he perdido la paciencia pasando apuntes en sentido contrario a la dirección del tren. Estos viajes no han sido simples recorridos de 35 minutos, han sido cuatro novelas completas que he leído en el ir y en el venir, caras nuevas cada día, y reencuentros inesperados de viejos amigos con destino Valladolid Campogrande. No se me puede olvidar mencionar a mis compañeras de viaje: Julia y después Ane (las dos aparecen en el montaje). Julia entró en mi vida desde el mismo momento que pisé el tren para venir a mi primer día de clase. Nos conocimos a los 35 minutos, ya en Segovia. Y hasta ahora. Ane, empezó y está acabando el segundo cuatrimestre conmigo, prácticamente vivimos en el coche 7 y concretamente en los asiento 167 y 163. Antiguas amigas que el destino ha querido volver a juntar en Segovia. ¿Casualidad? ¿Destino? Sea lo que sea, agradecida de su naturalidad y encanto vasco alegrando mis trayectos.
  • La segunda capa, en gota de agua, es el monumento por excelencia de Segovia: El Acueducto. El único monumento que he podido visitar, fotografiar y disfrutar por los restringidos horarios del tren de vuelta a Valladolid. Allí he cogido el bus cada día a las 15:30 y en el tiempo de espera de la cola he podido alucinar con la arquitectura romana que esas piedras esconden. ¿Cómo han podido permanecer ahí tanto tiempo sin tener ningún tipo de cimiento? “Es que los romanos eran muy inteligentes”, es trending topic debajo de él. Perdí la cuenta de las veces que he podido escuchar esto en diferentes idiomas. Debajo de esta enorme estructura he visto a por lo menos doscientos japoneses hacerse fotos, rodar un programa de cocina y excursiones de niños estrenando palos de selfie. Lo he visto mojado por la lluvia y blanco por la nieve. No está mal volver a casa cansada de todo el día en clase si te vas con una postal como esta. La foto la realicé para que el ángulo coincidiera con el ángulo del abanico de los billetes.
  • Para terminar la última capa, pero no la menos importante, es la que aparecen mis compañeras de pupitre; las caras que he venido a ver cada día a Segovia. Empecé con Julia, que ya he hablado de ella antes. Lo único que tengo que lamentar es no estar en su misma clase. ¿Lo mejor? Que la tengo a mi disposición en Valladolid. Sentada en el suelo he puesto a Patri. Dulce reencuentro con una amiga del cole. Coincidimos en primaria y cuando supe que estudiaría en Segovia y, además Publicidad no puede parar de desear que empezara el nuevo curso. Saltando está Paula. La verdad es que la foto la representa a la perfección. Adoro que venga cada mañana con una sonrisa y un café a clase, sin duda uno de los pilares más fuertes, más fuertes, incluso, que cualquier columna del acueducto. Las siguientes vienen en un pack de tres, como los zumos: Raquel, la marbana. Ya sabe que soy fan de ella hasta la saciedad y que nos vemos en Toro este verano. Carmen C. la sensata del grupo, ¡gracias a Dios! Segoviana de adopción, que adora esta ciudad y cada uno de sus rincones, es la que aporta coherencia y muchas risas al grupo. Y Carmen G. la de Jaén. Siempre es bueno tener un poco del sur alegrándote los lunes. Gracias por pensar que cada mañana las clases empezaban a las 9 y hacerme compañía media hora de manera gratuita.
Mi paso por Segovia ha sido el paso de un turista. Un turista que vuelve. Que vuelve cada día para estudiar, pero que está prendado de sus aceras estrechas, de sus adoquines, de sus escaparates de casquería, de su facultad, de su vida cultural, de su gente... ¡y de sus turistas! Gracias Renfe, gracias Agustín, gracias Chicas, gracias Compañeros.

PRÓXIMA PARADA: SEGOVIA-GUIOMAR. 


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