"La suerte viene sola pero hay que estar allí para encontrarla", la dulce historia del Chupa-Chups.


Una manera de poner en práctica los principios de Bill Bernbach es analizar el caso Chupa-Chups. Uno de los inventos españoles más importantes de nuestra historia, cómo nació y cómo consiguió el éxito que aún hoy sigue teniendo. 

Su creador, Eric Bernat, sacó al mercado un producto transguesor que sólo costaba una peseta, que hacía a los niños autónomos a la hora de comer dulces y que se comercializaba en muchos colores y sabores. Sólo costaba una peseta, se comprada con una moneda, aunque era un precio un poco elevado comparado con los demás caramelos, el precio merecía la pena sólo por no mancharse. Este caramelo dejaba a las madres tranquilas de que sus hijos no se enguarrasen comiendo esta chuchería gracias al palito que sujetaban. La variedad de colores en los que estaba hecho este dulce llamaba la atención de los niños a la hora de elegir en las cajas de los kioscos. 

Tenía una forma novedosa, aunque parecía el típico caramelo redondo, había una zona más ancha, llamada Saturno que unía las dos semiesferas. El caramelo pesaba 12 gramos y estaba calculado para comérselo durante aproximadamente 10 minutos. Se trataba de una buena inversión: duradero, moderno y limpio.

Todos reconocemos la clásica margarita amarilla con las características letras rojas impresas encima, obra y gracia de Dalí. Eric, empeñado en el niño y la fuerza visual de los colores, encargó al polifacético artista la creación del logo que perduraría hasta nuestros días. Se trata de una margarita de ocho pétalos que aparece sobre el envoltorio del caramelo. De gran fuerza comunicativa, el amarillo transmitía valores exóticos e infantiles y el rojo principalmente contraste. Un acierto. 

Quizá la clave del éxito de esta empresa catalana fuera la investigación, que se encargaba de conseguir coherencia interna en la empresa. El propio Eric se encargaba de ir por los puntos de venta de su producto y preguntar cómo se vendía en esa determinada zona, qué sabores eran los que más se demandaban o supervisaba que los expositores estuvieran suficientemente visibles en las cajas registradoras y a la altura del niño, así podía elegir y cogerlo por su propia cuenta. Ya que, el Eric sabía que nos movíamos por impulsos y que comprábamos por los ojos. Los niños quedaban prendados por sus sabores y por sus colores. 

El usuario adquiere gran protagonismo en esta empresa: se pasan encuestas y se preguntan sugerencias y nuevos sabores, siempre adaptándose a los gustos cambiantes del consumidor. Con esta disposición abierta se marca una nueva era en las técnicas de ventas: el producto sigue siendo importante pero se le hace partícipe en su producción al receptor. 

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